Vale, son un poco distintos a un
ramo de flores pero también tienen su encanto, sobre todo si están bien
preparados: también tienen olor agradable, buen aspecto y, además, están
riquísimos. Por lo menos los que preparó mi costalero el otro día, que no
desmerecen en nada a los que solemos comer en nuestras vacaciones por Francia,
donde es un plato habitual. Una lesión en el hombro derecho no me deja jugar a
cocinillas (entre otras cosas) con la soltura que suelo hacerlo, así que el
pasado domingo el muchacho se puso el mandil y me obsequió con un menú de lo
más casero y estupendo. Los mejillones en salsa picante fueron el plato
estrella. Aquí la muestra:
Si queréis saber cómo los hizo,
atentos a la receta.
MEJILLONES EN SALSA PICANTE
Limpiar bien las valvas de los
mejillones y ponerlos a cocer en agua con sal hasta que se abran. Retirarlos,
reservar y guardar el caldo.
Rallar una cebolla pequeña y
rehogar en una sartén, con poquito aceite, junto con una punta de guindilla y
una cucharadita de harina, hasta conseguir un roux espeso y ligeramente
tostado. Retirar del fuego y agregar pimentón dulce (o picante, en cuyo caso no
se pone la guindilla), removiendo para que se una bien.
Por otra parte se machaca ajo y
perejil, se le añade caldo de la cocción de los mejillones y, una vez mezclado,
se vierte en la preparación de la sartén. Volver a llevar al fuego y dejar hervir,
moviendo de vez en cuando. En el último hervor, se echan los mejillones, se da
una vuelta a todo junto y se retira para llevarlos calientes a la mesa.
Una vez en la mesa… pues a
chuparse los dedos, como es menester. Probadlos, merece la pena.
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