domingo, 21 de septiembre de 2014

Cocinando para relajarme: un curry de verduras de lo más sabroso

Cocinar, a veces, me relaja. Al menos cuando tengo tiempo para hacerlo a placer, es decir, los fines de semana sobre todo. La cocina “de diario”, la que se hace a toda prisa porque el tiempo aprieta pero luego tiene que reposar en una fiambrera casi un día, para comerla en el trabajo con la lengua afuera, no. Ésta me tiene derrotada, me he rendido a mi incapacidad para los malabares domésticos de lunes a viernes. Sin embargo, al llegar el sábado, me entra el ánimo caprichoso y empiezo a discurrir algún plato diferente. Admito que ,de todas las ideas que pasan por mi cabeza, la mayoría se disuelven en el aire y no llegan a ponerse en práctica aunque, de tanto en tanto, la ocurrencia toma cuerpo e incluso sale algo bueno de ahí.

El otro día, por ejemplo, cuando buscaba un brécol para prepararlo al vapor, me topé con un paquete de calabaza cortada y envasada al vacío que me hizo sentir un chispazo instantáneo. De repente me apetecía guisar aquella misma calabaza con curry. Imaginé el contraste de sabores, ese toque dulce con la intensidad de las especias. Y la eché al cesto casi con rapacidad. Me llevé también unos calabacines y una berenjena mientras, mentalmente, iba dibujando el guión de la receta. Al final, mereció la pena el cambio de idea.



Probad, es muy fácil y queda riquísimo. Yo lo hice así:

VERDURAS EN SALSA DE CURRY Y COCO

Ingredientes:

- Calabaza, calabacín y berenjena cortados en trozos grandes.

- Un bote de crema de coco (lo compro en la zona de comida latinoamericana)

- Una cucharada rasa de aceite (yo usé una que tengo aromatizada con guindilla y ajo, que le da un regustillo picante, no demasiado)

- Una cucharada generosa de curry, una cucharadita de jengibre molido o rallado, cilantro y cebollino picados.

- Un tazón de arroz basmati cocido y escurrido

- Pasas y frutos secos picados, al gusto

- Unas gotas de aceite de sésamo (si no se encuentra, usar de girasol)

Preparación:

En una cazuela, rehogué las verduras troceadas en una cucharada de aceite durante unos minutos, a fuego vivo, y luego lo bajé a temperatura moderada. Después añadí la crema de coco, las especias y las hierbas para dejarlo cocer suavemente, removiendo para que se mezclara bien.

Mientras se hacían las verduras, preparé la guarnición salteando en una sartén, con unas gotas de aceite de sésamo, el arroz ya cocido y los frutos secos elegidos (en plan cómodo, los que utilicé venían ya troceados y mezclados en un bote).

En 20-30 minutos, las verduras ya estaban listas para el éxito: sólo quedaba servirlas en el plato con la guarnición (yo la puse aparte, pero al final nos fuimos animando y lo mezclamos todo). ¡Estaba delicioso!

Si os animáis, no dejéis de contármelo…

viernes, 19 de septiembre de 2014

Movimientos de tierra bajo los pies

Llevo días con esta canción en la cabeza, desde que la escuché en una tienda mientras enredaba entre los utensilios de cocina, ese tipo de utensilios que me encanta tener aunque vaya a usar tres veces al año (o menos, dice mi costalero). Con las manos puestas en un atomizador de limones, reconocí los primeros acordes del piano y, antes de ser consciente de ello, comenzaba a cantar a dúo con Carole King: «I feel the Earth move under my feet, I feel the sky tumblin’ down, tumblin’ down…» Y, desde entonces, la frase se repite en mi cabeza cada mañana, según me levanto sólo medio despierta para entrar al baño a soñar con los ojos abiertos bajo la ducha. Quizá incluso la canturree en sueños, no sé; de momento no he recibido quejas al respecto.

Carole King me trae buenos recuerdos, de esos que te ponen la sonrisa en una comisura de la boca para ir dibujándola punto a punto hasta llegar a la comisura opuesta. Sentada en el suelo con las piernas cruzadas, una niña de sueños bohemios que imaginaba historias para ir creándose a sí misma. Había querido ser como Pippi Calzaslargas, aventurera y libre, y una de sus tías más jóvenes le trenzaba el pelo mientras cantaba las mismas canciones que ponía en su tocadiscos, canciones que la niña aprendía a su vez y pasaron a pertenecerla. Siempre tuvo las manos llenas de palabras y música. Siempre las tendrá.

Me gustaba Carole King no sólo por su música sino por lo que significó para mí, entonces, aprender que una mujer podía abrirse camino en un mundo en el que predominaban los hombres. Pippi fue el sueño infantil, Carole la realidad adulta. Compositora, junto con su marido Gerry Goffin, de temas de rock y pop de éxito, tras su separación continuó en solitario y siguió triunfando. Las mujeres podían hacerlo igual que los hombres. Para una niña que estaba recibiendo una educación de lo más tradicional era un descubrimiento que hacía mover la tierra bajo sus pies, sí, pero sólo para recolocarla de la mejor manera para seguir caminando hacia delante, hacia sus sueños.


Dedicada a Carmen, que me convirtió en Pippi durante tardes mágicas:




Si no puedes ver el vídeo, pulsa este enlace para acceder a él.

martes, 16 de septiembre de 2014

El tiempo juega al escondite

El tiempo se queda a nuestra espalda y, si vuelves la cabeza, apenas ves la punta de su nariz escurridiza mientras se esconde. Un, dos, tres, el escondite inglés. Te vuelves a girar y lo tienes más cerca. Ahora lo ves, luego no lo ves, de pronto lo notas respirando en tu cuello. ¿Lo tenías tan desnudo? Puede ser, no lo recuerdas. Su aliento te roza con frialdad. Igual que sus dedos, afilados, al posarse en tu hombro. Te ha atrapado en su abrazo inevitable. Ríndete. 

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