Esta sensación de manejar fragmentos, de intentar recomponerlos y conseguir una imagen completa… esta sensación que cosquillea, que escuece hasta doler. Así lo expresa Natalia Ginzburg:
«Cuando he escrito novelas, siempre he tenido la sensación de encontrarme en las manos con añicos de espejo, y sin embargo conservaba la esperanza de acabar por recomponer el espejo entero. No lo logré nunca y, a medida que he seguido escribiendo, más se ha ido alejando la esperanza. Esta vez, ya desde el principio no esperaba nada. El espejo estaba roto y sabía que pegar los fragmentos era imposible. Que nunca iba a alcanzar el don de tener ante mí un espejo entero.»
Estremece leerlo. Abrazos
ResponderEliminarEs fantástico el fragmento que nos dejas aunque doloroso también :)
ResponderEliminarBesos
Duele, ¿verdad? Pero expresa tan bien lo que se siente...
ResponderEliminarBesucos.